Luego
de una larga, larga ausencia aquí estoy de regreso en éste, mi querido blog *lo
abraza* Posiblemente… probablemente, no, obviamente el título suena raro, pero
esto es una especie de metáfora.
Una
cuchara de plástico es igual a un problema.
Estaba,
como todos los jueves, terminando mi ‘divertida’ clase de educación física en
la escuela, y mientras me dirigía con mis amigas hacia nuestras mochilas donde
estaban guardadas nuestras botellas de agua, me encontré con una cuchara de
plástico tirada en el piso.
Como
es mi costumbre (infantil) pisé la cuchara intentando romperla y escuchar el
característico crujido del plástico al romperse, pero no pasó. Seguí pisando la
cuchara y ésta seguía sin sede ante mi fuerza.
Una
de mis amigas, Xo-chan, intentó romperla también, la volteó y la pisó con ambos
pies, después la pisó de un extremo mientras yo pisaba la parte más amplia…
¡Pero la condenada cuchara seguía sin romperse! Xo-chan y yo seguimos pisando
la cuchara por escasos tres minutos, hasta que nos fastidiamos y le cedimos el
honor a Brendita; pero ella, al igual que nosotras, no pudo hacer nada.
Al
final, harta de no poderme dar el gusto de escuchar el crujido del plástico al
despedazarse, decidí vengarme de la cuchara y, arrastrándola con el pie, la
tire en una de las coladeras que hay en el extremo de la cancha de básquetbol.
Si bien no sentí el mismo placer que si la hubiera roto, me dio satisfacción
verla en un lugar obscuro del que no había salida.
Hay
muchas personas que pasan su vida intentado romper con el pie una cuchara de
plástico que está recubierta con acero. La voltean, la doblan, brincan sobre
ella, sacan las tijeras e intentan cortarla; en fin, hacen de todo y la bendita
cuchara no cede. Pero esas personas, que se dicen a sí mismas persistentes
(tercas en mi idioma), dejan de enfocarse en lo demás a su alrededor, por
romper la cuchara.
Se
olvidan de que en el patio de básquetbol hay árboles hermosos que proyectan
sombras graciosas en el suelo cuando la luz del sol incide sobre ellos, que hay
niños jugando, que hay partidos de futbol en curso, o simplemente que están con
sus amigos y se concentran enteramente en una cuchara de plástico, que, si lo
piensas bien, no tiene ninguna importancia real.
Hay
personas que en vez de hacer como yo (y mis amigas) de divertirnos intentando
romperla, se frustran y se enojan en el intento. Planean y gastan energías en
ello. Se quejan con todos y se enfadan de no pueden romperla, y al final singuen
sin poder romperla y el problema sigue ahí, frente a ellos, riéndose de su
ineptitud ante la situación.
Hay
otras personas que simplemente ignoran las cucharas tiradas en el piso y se
enfocan en las cosas de verdadera importancia (ese tipo de personas atentan
contra el medio ambiente y carecen totalmente de inocencia infantil), dejando
así que otras personas puedan tropezarse con dichas cucharas, o ellas mismas,
en un futuro, se tropiecen y tengan que remediar su omisión principal.
Y
por ultimo están las personas que, luego de intentar romper la cuchara por unos
cuantos minutos, luego de pedir ayuda a sus amigos para romperla, luego de
brincar un poco sobre ella, deciden tirarlas por la coladera, para que de esta
forma la cuchara no vuelva a ver la luz del día y pase a ser no más que eso,
una cuchara que alguna vez estuvo en el camino.
Moraleja
de la historia.
Los
problemas son como las cucharas de plástico que están en el suelo. El destruir
la cuchara te hace sentir bien, aliviado, des estresado, de la misma manera que
te hace sentir el solucionar un problema. Pero así como hay cucharas frágiles y
problemas fáciles, hay cucharas irrompibles –como la que nos encontramos – y
problemas que parecen insondables e imposibles de solucionar.
A
esos problemas, como hice con la cuchara, hay que tirarlos por la coladera. Si
no puedes solucionarlos, destruirlos o cualquier otra cosa, simplemente
bótalos, no vale la pena desgastarse por ellos.
wooooooow...muy bueno ehh.jajaja me las imagino ahí a las 3 jaja...perom oraleja MUY buena =D
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